No te fíes de quien nunca ha visto un toro de cerca: por qué necesitas un mentor que haya toreado en la plaza
4 min read
De vez en cuando me invitan a dar talleres para empresarios.
En hoteles, en asociaciones, en coworkings, en polígonos…
Nada glamuroso.
Sillas de plástico, café regular, empresarios con cara de “¿y este qué me va a contar?”
Y lo entiendo.
Porque hoy en día, todo el mundo dice que es mentor.
Coach.
Consultor.
Experto en no sé qué.
Los ves por las redes, con sus frases motivacionales, sus anuncios de cursos a 397 € y sus vídeos en Instagram desde el asiento del copiloto de un Tesla alquilado.
Todos tienen una solución milagro.
Una plantilla.
Un método mágico.
Pero la mayoría nunca han tenido una empresa de verdad.
No aprendí a torear en los libros
Yo vengo de otro sitio.
Un sitio más sucio, más real y más jodido: la plaza.
No aprendí a llevar empresas en la Facultad de Empresariales.
Ni haciendo un máster online con vídeos grabados.
Ni leyendo los libros de moda de gurús americanos.
Ni escuchando a ningún iluminado que nunca ha tenido que pagar una nómina en su vida.
Aprendí a torear toreando.
Aprendí en mis propias empresas.
Montándolas.
Llevándolas.
Cayéndome.
Levantándome.
Pagando facturas, sufriendo tensiones de tesorería, despidiendo a gente, contratando a la persona equivocada, y empezando de nuevo.
Eso, amigo mío, te da un tipo de conocimiento que no cabe en un PowerPoint.
Hay cosas que solo se aprenden en la arena
Puedes ver 100 corridas de toros.
Puedes saberte todos los movimientos.
Puedes hablar como un experto.
Pero el día que te ponen delante del toro, con la muleta en la mano…
Ese día sabes si eres torero o no.
Con las empresas pasa igual.
Hay cosas que solo se aprenden cuando te juegas tu propio dinero.
Cuando el cliente no te paga.
Cuando Hacienda te hace una inspección.
Cuando tu mejor empleado se va.
Cuando tu producto estrella deja de venderse y no sabes por qué.
En ese momento, no necesitas teoría. Necesitas calle.
“Se nota que tú también eres empresario”
Una vez, en uno de esos talleres que doy, se levantó un empresario y me soltó una frase que me dejó clavado:
“Se nota que tú también eres empresario.”
Y claro que se nota.
Porque cuando hablo con otros empresarios, hablo como uno más.
No como un profesor.
No como un motivador profesional.
No como un consultor que va con su Excel bajo el brazo.
Hablo como alguien que ha estado en su pellejo.
Y eso se nota.
Se nota cuando explico algo que he probado yo mismo, no que me han contado.
Se nota cuando hablo de clientes reales, de problemas reales, de decisiones difíciles.
Se nota cuando no vendo fórmulas mágicas, sino claridad, dirección y foco.
El gran error de muchos empresarios
Te lo digo con cariño:
Muchos empresarios quieren mejorar su empresa sin bajarse del coche.
Se compran un libro.
Ven cuatro vídeos en YouTube.
Se apuntan a un curso milagro:
“Organiza el futuro de tu empresa en 4 horas por 397 € y te regalamos 1 kg de gambas.”
O se meten en un máster carísimo con profesores que nunca han montado ni un puesto de pipas.
Y claro…
Luego vienen los golpes.
Porque hay una verdad incómoda:
La mayoría de las empresas no crecen. Se estrellan.
Y no por falta de ganas.
Sino por falta de guía.
De foco.
De orden.
De saber por dónde empezar y qué dejar de hacer ya.
¿Qué pasa cuando trabajas con alguien que ya ha pasado por ahí?
Pasa que no te habla desde la teoría, te habla desde la experiencia.
Te entiende.
Te comprende.
No te juzga.
Y sobre todo: no te marea.
Un buen mentor no te da más trabajo.
Te ayuda a tomar mejores decisiones.
Te ayuda a hacer más rentable tu negocio.
Te ayuda a organizar tu crecimiento, en lugar de ir apagando fuegos.
Yo no vendo humo.
No vendo guruseo.
Ni coaching de alta vibración.
Yo vendo claridad.
Vendo foco.
Y vendo resultados.
¿Qué prefieres tú?
¿Seguir buscando atajos?
¿Invertir en otro curso online que no vas a terminar?
¿Escuchar a un asesor que no ha montado ni una frutería?
¿Seguir mareando la perdiz con estrategias genéricas de “escala tu negocio con funnels”?
O…
¿Quieres empezar a tomar decisiones de verdad?
¿Construir algo que aguante, que crezca, que te dé libertad en lugar de esclavitud?
¿Quieres dejar de improvisar y empezar a dirigir?
Entonces, quizá te interese hablar con un torero.
¿Y ahora qué?
Si lo que has leído te ha removido algo por dentro, quizás sea el momento de que trabajemos juntos.
👉 Te propongo empezar con un diagnóstico serio de tu empresa.
Nada de humo. Nada de plantillas.
Analizamos juntos cómo estás, qué está fallando y qué deberías hacer para mejorar.
¿Lo mejor?
Todo basado en experiencia real.
Porque yo también he estado ahí.
📬 UN CORREO AL DÍA
Desde 2020 escribo cada día a empresarios como tú.
Correos entretenidos, breves, claros y sin tonterías.
Lo que necesitas para pensar mejor, tomar decisiones y dirigir con tranquilidad.
👉 Déjame tu email y empieza a recibirlos hoy.
Apuntarse es gratis. Darse de baja también.


Política privacidad - Aviso legal - Política privacidad redes sociales
© 2025 El Buen Empresario | Todos los derechos reservados
Madrid - Granada